La palabra prendida

Fue el Che quién escribió esta memorable frase: “si usted es capaz de temblar de indignación cada vez que se comete una injusticia en el mundo, somos compañeros, que es lo más importante”. Una persona de su mismo apellido le había escrito y pensaba que por llevarlo podrían ser parientes. En su elocuente respuesta Ernesto Guevara fijó un concepto válido para toda persona sensible y progresista. Pensaba, ingenuo de mí, que las viñetas de corte político que realizo y publico para un amplio público eran y son capaces por si mismas de esclarecer situaciones, alertar a las mentes, etc. Mas los acontecimientos que me preocupan y a veces me hacen temblar de indignación porque son injusticias manifiestas ¡y qué injusticias! Merecen también el empleo de la palabra escrita en el sano interés de compartir las ideas progres, en este planeta dominado en estos momentos por la banalidad del pensamiento, la frivolidad y la indiferencia inoculados por poderosos medios de comunicación y “entretenimiento”. que manipulan a la gente hasta tal punto que sucesos intrascendentes son presentados como lo más importante del mundo y ocultan o minimizan hechos terribles. Por suerte, “somos una aldea global”.

PUEDEN SER SUS HIJOS O SUS NIETOS
Mis ojos no se cansan de recorrer las fotos. Terribles por lo que muestran. Una especie de dolor sube hasta mi cerebro y allí se aloja en las neuronas. El mensaje ha llegado: lacerante y no será olvidado jamás.  Las imágenes acompañan  a un artículo cuyo título es de por sí alto elocuente: “Los niños iraquíes pagan el precio más alto del venenoso legado bélico de EE.UU”, bajo la firma de John Reynolds (Irishtimes.comI) No por sabido lo que expone el artículo no deja de conmocionarme. Allí se refleja en toda su crudeza los efectos de las armas utilizadas por los EE.UU. y sus aliados, causados a la población más vulnerable, los niños.  Los infantes iraquíes sufren de enfermedades asociadas al empleo de armas químicas y proyectiles de uranio enriquecido. Sobre todo varios tipos de cáncer o malformaciones genéticas al nacer. Esta salvajada, que al parecer se está repitiendo en Libia, merece la mayor de las repulsas. Se cometió en Irak y el máximo culpable quedó impune. Ahora se están empleando las mismas armas prohibidas por convenios internacionales: bombas de racimo: proyectiles con uranio enriquecido, etc.  ¡Mire que hay hipocresía en este mundo! ¿Qué hace el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya?. Ni un pelo se le ha tocado al gran criminal. Mientras tanto líderes del Tercer Mundo fueron y son acusados y satanizados y “jueces” estiran sus burguesas narices para amenazar que esos gobernantes “han perdido su legitimidad”Y no voy a mencionar a Israel, “el gran protegido”que ha realizado y realiza las más abominables violaciones de las leyes internacionales... y nada pasa. ¿Y el Consejo de “Inseguridad”de la ONU? Dictando bloqueos y condenas a los más débiles, bajo la batuta del gran “Juez-policía”del orbe... ¿Hasta cuándo?

EL MÁS GRANDE ACTO TERRORISTA DE LA HISTORIA
Para quienes piensen que el mayor acto terrorista cometido en el mundo, fue el de Las Torres Gemelas, el 11 de septiembre de 2001, quizás les sorprenda que están equivocados. Fue el teólogo e intelectual brasilero Frei Betto, quien en reciente artículo de su autoría recordó que el mayor atentado terrorista de todos los tiempos acaecíó el 6 de agosto de1945, en el  pasado siglo, cuando los EE.UU. lanzaron sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki dos bombas atómicas recién creadas y que causaron la muerte inmediata a 242 437 habitantes de esas urbes. Esto independiente de las secuelas posteriores. El lanzamiento de esas terribles armas no era necesario, toda vez que ya Japón se encontraba prácticamente derrotado en la II Guerra Mundial.  Imaginen el cuadro: Esa mañana dos ciudades pacíficas e indefensas, con sus viejos sentados en los parques, los niños en sus escuelas, las amas de casa haciendo sus compras en los mercados en fin, hombres, mujeres y niños realizando sus tareas cotidianas o los jóvenes amándose, ajenos a que sobre ellos volaban los pájaros de hierro con su mortífera carga en sus vientres y de pronto la luz cegadora, el ruido de mil tormentas, el viento huracanado que arrasó de cuajo edificios y vidas y en unos instantes más de 200 mil personas muertas ¡casi un cuarto de millón de seres humanos! El equivalente a los ciudadanos de una mediana ciudad, que perecieron requemados, derretidos y de algunos de ellos solo quedaron las marcas de las sombras sobre el asfalto ennegrecido. Hasta el día de hoy nacen niños con malformaciones congénitas y en los años posteriores al ataque murieron miles de personas más en medio de terribles sufrimientos. Que yo sepa, hasta ahora nadie se ha disculpado y el entonces presidente de los EE.UU. Harry Truman expresó en sus memorias que no se sentía arrepentido, y que si tuviera que tomar esa misma decisión lo haría sin vacilaciones. Con los nazis primero y después con esa acción, los seres humanos no valemos ni un comino ante los ojos de los poderosos.



PARA MATARTE MEJOR…

  Muchas veces me pongo a pensar qué pasará por la cabeza de un ilustre miembro de la comunidad científica, dedicado a la invención y desarrollo de sofisticadas armas para matar. Numerosos de ellos viven en cómodas y bellas viviendas, rodeados de amables esposas, inteligentes hijos, bellos nietos, y cobran fabulosos salarios que las corporaciones del crimen, es decir, el complejo militar-industrial de los EEUU se han encargado de bonificar y utilizar como recurso para captar a los mejores cerebros cultivados en las universidades de ese país o robados, en el peor de los casos, de los países “inferiores”.
Y cavilo si no sienten remordimientos, escrúpulos, apego a una ética humanitaria, porque las armas que diseñan han sido creadas para masacrar personas inocentes, no a un soldado enemigo bien equipado, no. No a una dotación artillera o a equipos blindados, no. Simple y llanamente a civiles indefensos, a poblaciones enteras.
Voy a poner un solo ejemplo. Y no voy a citar aquellas “famosas” bombas de neutrones, diseñadas para matar gente y dejar intactos los edificios y otros medios físicos del supuesto enemigo. Me quiero referir ahora a las CBU o bombas de racimo. Estas diabólicas armas (ver gráfico adjunto) arrojadas desde aviones, son grandes carcasas que alojan en su interior 202 pequeñas bombas de alto poder explosivo. Cada una de ellas descienden en paracaídas a determinada altura, explotan o quedan en el suelo o suspendidas en los arboles, esperando por el niño curioso que piensa que son juguetes, o estallan cuando una persona entretenida tropieza con una de ellas. ¡Qué gran “invento”, qué genialidad! Como ahora está de moda entregar los Premio Nobel a cualquiera, esos científicos que crean tan sofisticados artefactos “merecen” recibir los “Nobel” en física, en química o vaya el Diablo a saber. Otro día hablaré de la “Madre de todas las bombas” o de los proyectiles de uranio enriquecido. Por el momento siento demasiados escalofríos para poder hacerlo.     


TROPEZAR DOS VECES CON LA MISMA PIEDRA

¿Será verdad que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma “piedra”? En vista de los acontecimientos  -el avance y empuje de la extrema derecha en Europa, y más aún, grupos políticos situados en posiciones ideológicas extremas dígase fascismo- que en las recientes elecciones del Parlamento Europeo ocuparon un número creciente de escaños, obliga a pensar que agrupaciones enteras de personas  –las masas- por desconocimiento de la historia, por dejarse seducir ante falsas y politiqueras promesas de empleo u otras necesidades  o, por frustraciones, posiciones xenófobas  y espíritu de ir en contra, caen en el error de apoyar a los “ultras” y fascistas y olvidan lo que le costó al mundo (y particularmente a Europa) el ascenso del fascismo en la primera mitad del pasado siglo, que fue una verdadera hecatombe, costó millones y millones de vidas y se cometieron los más espantosos actos nunca antes vistos, (el Holocausto por ej. ) contra los  más elementales derechos humanos. Por desgracia son las generaciones más jóvenes las propensas a dejarse conducir por los cantos de sirenas, astutos y engañosos,  de políticos ambiciosos, ultraconservadores y que saben muy bien lo que buscan. Durante las protestas en Ucrania que propiciaron el golpe de estado que derrocó a un presidente elegido democráticamente, se enarbolaron al aire libre las banderas nazistas y los grupos más violentos se mostraban sin tapujos como herederos de los nazis (se puede ver en la foto) Hay que tocar las campanas de la Alarma: en el siglo XXI NO puede repetirse el horror de un pasado que parecía superado. La humanidad NO debe “tropezar dos veces con la misma piedra”. (2 de junio 2014)   
 



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